Furgos y fotografía: historia de una afición

La afición a la fotografía de Bixente Vergara empezó en el cole. En aquellas primeras lecciones experimentó con cámaras réflex analógicas. A partir de ahí, empezó a hacer algunas fotos con la cámara que había en casa, que poco tenía que ver con aquellas réflex. Después, la fotografía quedo en un segundo plano durante unos años, hasta que casi por casualidad compró una Nikon, la más sencilla que había. Ahí empezó su afición.

Las furgos, en su objetivo

Siempre le gustaron los coches clásicos, casi más que los modernos. En cambio, en las furgos no empezó a fijarse hasta que, por temas laborales, tuvo la oportunidad de conducir una Volkswagen T4 de 8 plazas. La altura de conducción, el volante grande y la palanca de cambios de medio metro… Aquello le gustó y desde entonces fue dando forma a su estilo de fotografía, escogiendo mejor los encuadres y los vehículos.

Se “enamoró” de las furgos, sobre todo en sus versiones camper que ofrecían muchísimas posibilidades. Eran increíblemente más prácticas a la hora de ir con amigos, hacer rutas, viajar… Era como darle otra dimensión a su interés por los coches. Le daba más importancia a las personas, a los amigos que podían ir en esa furgo y lo divertidos que podían ser los viajes.

Desde entonces empezó a hacer fotografías vintage con furgonetas de todos los estilos: “Me gusta la belleza que se esconde en la sencillez y las furgos clásicas me ofrecían esa sencillez. Cuanto más simples, más bonitas quedaban las fotos.”

Una afición más allá del vehículo

Lo que más busca Bixente cuando sale con la cámara es transmitir. Transmitir sentimientos, decir algo con los paisajes, encuadres, las personas que aparezcan. En definitiva, captar esos momentos únicos.

Uno de sus paseos preferidos es cerca de la playa, donde se juntan las furgos y el surf. “De ahí pueden salir cosas tremendamente bonitas. Otra de mis facetas es la fotografía callejera, eventos sociales o deportivos y también los paisajes.”, dice Bixen.

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