Más allá de los Beatles: Liverpool en furgo en 48 horas

Liverpool en furgo

Hay viajes que siempre soñaste y cumplen tus expectativas. Otros no. Hay destinos que no entran en tus planes y que dejan un recuerdo único que durará para siempre. Liverpool en furgo forma parte de estos últimos. Nunca llamó nuestra atención, pero viajamos en otoño porque allí reside una buena amiga española. Sí, Liverpool es otra ciudad británica en la que es posible escuchar nuestro idioma casi en cada esquina. Ella nos recomendó el lugar en el que podíamos aparcar. ¡Y acertó de lleno!

Pernocta un paso del centro

Fue en una pequeña zona de aparcamiento gratuito en una zona de viviendas, junto a la biblioteca Toxteth y a un centro de salud (con cámara de seguridad incluida). Está apenas a cinco minutos andando del centro. Allí dormimos dos noches y, al encontrarnos en una ciudad y ser fin de semana, pasó gente y oímos voces, pero nada que no fuera soportable. Sin duda, el lugar fue perfecto y seguro.

Diremos que, naturalmente, no es un aparcamiento destinado a campers, aunque junto a nosotros había aparcada otra furgo. Creemos que era su plaza habitual porque nadie entró ni salió de ella. Eso sí, no hay espacio suficiente para autocaravanas o furgonetas de gran volumen. El truco fue, como otras muchas veces, pasar desapercibidos (¡Para eso, ayuda llevar potty!).

El aparcamiento está próximo a la catedral anglicana, rodeada de unos jardines enormes y que fue construida por el diseñador de la icónica cabina de teléfonos británica. Sí, ésa con la que quienes hemos pisado alguna vez Reino Unido nos hemos hecho una foto. Su nombre es Giles Gilbert Scott.

Hablando de catedrales, no menos curiosa es la católica, La Metropolitana. Digamos que se parece mucho a una gran chimenea y poco a un edificio destinado al culto.

Escena gastronómica y nocturna

Liverpool en furgoTras un viaje de casi cuatro horas, llegamos tarde y fuimos directamente a cenar. La oferta de restaurantes es abrumadora. Según nos dijo nuestra amiga, cada semana abren uno o dos locales que se ponen de moda. La lista de establecimientos de cocina española también es larga. Y al parecer, no defraudan.

Hacía tiempo que no nos veíamos y quedaba mucho por charlar así que salimos a descubrir la escena nocturna. Había infinidad de gente por la calle (¡pese al frío!), buena música, y claro, regresamos a la furgo bien entrada la madrugada.

Punto de partida: el muelle

Liverpool en furgoAl día siguiente, era el momento de conocer la ciudad bañada por el río Mersey. Comenzamos en Albert Dock, el antiguo muelle, con edificios de ladrillo hoy recuperados y que albergan, por ejemplo, la Tate Gallery así como el International Slavery Museum (Museo Internacional de la Esclavitud). Y es que Liverpool hunde sus raíces en la vida portuaria. Las épocas doradas y también las más oscuras allí vividas están estrechamente vinculadas con el comercio marítimo, y eso lamentablemente también incluye el tráfico de personas.

Pasado y presente

Liverpool en furgo

La revolución industrial trajo desigualdad social y extrema pobreza. Desaparecieron infinidad de puestos de trabajo y los estibadores se echaron a las calles. Y es que si por algo son conocidos los habitantes de Liverpool es por no quedarse con los brazos cruzados. Entonces, y también durante la década de 1980, gritaron bien alto y pelearon duro.

Ésa es la razón por la que muchos tenemos en la cabeza la imagen de una ciudad gris, violenta, sin demasiadas oportunidades y con altos índices de delincuencia. Así fue hasta que, en 2008, fue declarada Capital Europea de la Cultura; llegó una gran inyección económica, se realizó una profunda inversión cultural y el lavado de cara fue radical.

De hecho, cabe destacar que tras Londres, es la ciudad del Reino Unido con mayor número de museos y galerías de arte. La mayoría son de acceso gratuito.

De espaldas al río

Liverpool en furgoCerca del muelle, en Pier Head, se levantan tres edificios muy famosos: Royal Liver Building coronado por el Liver Bird, pájaro emblema de la ciudad; Cunard Building y el Edificio del Puerto de Liverpool. Son popularmente conocidos como ‘Las tres Gracias’.

Desde allí, es recomendable dar la espalda al río y acercarse al ayuntamiento y hasta la zona de St. George’s Quarter, donde se encuentran los jardines de St. John, el World Museum (Museo del Mundo), la Central Library y Walker Art Gallery.

Después de tanto caminar, cargamos las baterías con un arroz y unos ‘noodles’ riquísimos (y baratos para ser Reino Unido) en Ichi Noodle.

No hay domingo sin ¡Sunday Roast!

Liverpool en furgo
Playa de Crosby, donde puedes contemplar la obra escultórica de Anthony Gormley.

El domingo fue el día perfecto para conocer Sefton Park y la cercana calle Lark Lane, llena de anticuarios, tiendas con mucho encanto, así como cafés y restaurantes muy apetecibles.

Hasta allí fuimos en la furgo, y también nos acercamos hasta la playa de Crosby a contemplar la obra escultórica de Anthony Gormley. Se titula Another Place y está formada por multitud de figuras humanas acercándose al mar, e incluso, dependiendo de la marea, dentro de él, más o menos sumergidas. La impresión que provoca es extraña; resulta un conjunto bonito, pero a la vez inquietante, como si realmente tuvieran vida.

¿Cuál fue el broche a nuestro viaje a Liverpool? Un Sunday Roast en un establecimiento muy divertido: Camp and Furnace.

Hablamos de una antigua fábrica en un área industrial: Baltic Triangle. Las naves de ayer han sido transformadas en interesantes negocios de hostelería, diseño y producción artística. Camp and Furnace es una buena prueba: diferentes ambientes, karaoke los jueves por la noche, música de Dj’s y un público muy variopinto que comparte mesa y suspira por su famoso cerdo asado.

Más allá de The Beatles

Liverpool en furgoA nosotros no nos atraen The Beatles (somos más de los Rolling Stones y de los Sex Pistols), ni el fútbol, pero Liverpool nos sorprendió mucho. Nuestra visita no siguió los tópicos en torno a la mítica banda de música, y sí las recomendaciones de alguien que reside allí, nuestra amiga Antonia.

Ella nos mostró el ambiente que se respira y nos terminó de convencer el que sea una ciudad vibrante y llena de ritmo de día y de noche. Nos gustó tanto que en diciembre nos detuvimos de nuevo.

Fue apenas durante unas horas, pero tiempo suficiente para visitar una exposición sobre Yves Klein en la Tate, comer noodles y tocar el xilófono en una instalación situada en un espacio con tiendas, galerías y un café que nos gusta mucho: The Blue Coat.

¡Y ya estamos programando la siguiente visita!