No queremos ser aguafiestas justo ahora que estamos en pleno veranito y estás a punto de coger la furgo para ir a algún paraíso natural, pero creemos que es algo que debes saber, y más si te gusta la naturaleza y viajas en furgoneta: la costa y los ríos españoles están llenos de mierda. Seguro que te suena: llegas en tu furgo a un lugar precioso, rodeado de naturaleza y, mirándote como si formaran parte del paisaje, ahí están: bolsas del Mercadona, tetra bricks descoloridos, tampax y compresas usad@s, sombrillas rotas, pañuelos de papel o toallitas, una lata oxidada, una chancla (¿?!) … qué asquete.
Está científicamente probado: hay 47 playas en nuestras costas repletas de porquería, según ha comprobado Ecologistas en Acción en su informe de Banderas Negras 2016 sobre la calidad de las aguas. Pero la cosa no queda ahí, la Agencia Europea de Medio Ambiente dice que somos el tercer país más guarro de Europa: de las 34 playas que solicita cerrar al baño en todo el continente, 31 están en España.
El misterio de la Montaña Basura
¿Cómo es que llega allí toda esa porquería? Si todos somos tan cívicos y nos “ciber-indignamos” tanto cuando vemos por el Facebook cómo se derriten los polos o a un animalito sufrir por culpa de la contaminación…¿quién es el misterioso ser que siembra de minas de basura los montes y las playas? Parece ser que se trata de un ser llamado “Gente”, porque lo primero que decimos cuando contemplamos los restos orgánicos e inorgánicos donde no debían estar, decimos: – “¡Qué guarra es la gente!”-
Contrastando opiniones sobre el tema hemos escuchado muchos – Yo siempre me llevo la basura en una bolsita.- Cosa que está genial. Pero la cuestión es ¿dónde dejas esa bolsita llena de tu mierda? Pasapalabra. Después de darle algunas vueltas, llegamos a la conclusión de que todas esas cívicas bolsitas de mierda van a parar a un lugar llamado La Montaña Basura. Nos referimos a esos montoncitos de residuos que se acumulan a las salidas de las playas o de los montes. Es curioso, porque a kilómetros a la redonda no hay ninguna señal ni cartel indicando que el árbol o roca en cuestión sean contenedores de basura. Aún así, La Montaña Basura sigue creciendo, a la espera de que alguien “a quien pagamos impuestos” venga a recoger nuestra mierda.
Es muy probable que contemples esta escena si dedicas unos días a estar disfrutando de un paraje natural en tu furgoneta camper. Tú estás aparcado en un lugar y la gente entra y sale de la playa, depositando su bolsita ordenadamente para alimentar a La Montaña Basura. De repente, uno de los que llegan a la playa te mira de reojo y, así-un-poco-alto-para-que-lo-oigas lo dice: – ¡Qué guarra es la gente!
¡Qué guarra es la gente!
A mi me pasó hace unos días. Estaba con mi furgo en un aparcamiento de playa, delimitado por una sencilla valla de madera que permitía el acceso a la arena. Había un montón de coches aparcados y algunas furgos.
Y allí, justo en el poste de la vallita de madera, se produjo el fenómeno: hacia el mediodía apareció la primera bolsita. Al parecer, al igual que los perros orinan en cualquier objeto que sobresalga del suelo, el ser humano tiende a dejar bolsas de basura por la misma razón. Si vemos un palo o algo donde apoyar una bolsa de basura, ahí la dejamos. Algo parecido pasa con las papeleras rebosantes…”si pusieran contenedores la gente no sería tan guarra ¿no?” pensamos, mientras dejamos atrás nuestra bolsa de mierda bien atada.
Presenciando cabreados este fenómeno de la Montaña Basura estábamos cuatro furgonetas. Uno de los furgoneteros, harto de ver crecer el montón de residuos, cargó todas las bolsas en su furgo y las llevó a un contenedor situado a 800 metros. Pero la Montaña Basura seguía creciendo y nosotros, a pesar de intentar dejar el lugar tal y como lo encontramos, no nos libramos de las miradas acusadoras ni del socorrido ¡qué guarra es la gente! + miradita de reojo.
Bueno, puede que la situación invite a pensar que los generadores de La Montaña Basura somos los furgoneteros, porque estamos allí la mayor parte del día. Pero ¿qué pasa con los que vienen en coche o moto y dejan su bolsita aceitosa apoyada en el poste, no vaya a ser que se manche el maletero, la ropa del niño, la toalla o la moqueta? ¿ellos no son “gente”?
Todos somos responsables de dejar el lugar tal y como queremos disfrutarlo. La “gente” no es un ente desconocido, somos todos nosotros: furgoneteros, campistas, domingueros o montañeros. La responsabilidad de mantener las vistas y el aire puro en la naturaleza es de todos. Dicho esto, también creo que nuestro colectivo tiene una responsabilidad añadida al visitar con la furgo más a menudo los espacios naturales. Si no queremos que nos llamen guarros, no lo seamos: Llévate tu mierda.
¡Llévate tu mierda!
Que sí… que la culpa también es de las administraciones, y es verdad: la mala gestión de los residuos contribuye -y mucho- a los datos de suciedad en nuestras playas. Pero eso no es excusa para escurrir el bulto: cada verano mueren 50.000 tortugas marinas en nuestros mares por comer plásticos. Esa botella o lata que dejamos en la arena, a los pies de un árbol o una roca porque total… “alguien lo recogerá, que para eso pagamos impuestos”, acaba en el esófago de una de estas tortugas en peligro de extinción u otros animales, provocándoles una muerte lenta y dolorosa. Sentimos aguarte la fiesta, pero es así.
Antes de depositar esa pulcra bolsita en un espacio natural piensa que mañana tu mierda estará esparcida, contaminando el entorno que tanto te ha hecho disfrutar e irá a parar al mar. Así que viajes en furgo, en coche, moto, bici, a pata… si pasas el día en la naturaleza y no encuentras un contenedor, por favor, llévate tu mierda.
