En un jardín trasero de una casa de Tenerife, procurando camuflarse entre maleza, polvo y piedras, se escondía, sin demasiado éxito, un autobús de dos plantas inglés de 1953. El armatoste, que después de haber pasado un tiempo fuera de un rock café terminó abandonado en la hacienda del propietario de local, había acabado por fusionares con el paisaje. La suciedad y las extravagantes pintadas hippies parecían haber borrado sus orígenes como autobús de rutas locales en Essex y Norfolk.
Fue un hombre llamado Justin James quien, al descubrir esa joya, decidió resucitar a la bestia. No le importó demasiado que se tardaran años en conseguir arrancar el autobús del jardín (concretamente ocho), gracias a la intervención de grúas y unas ganas enormes de devolverlo a Inglaterra, porque se trataba, ni más ni menos, del autobús con el que Wings se había ido de gira en el año 1972, justo dos años después de la tragedia…
“McCartney rompe con los Beatles“. Ese fue el titular del New York Times después de unas duras declaraciones del cantautor, el 10 de abril de 1970, con las que prácticamente anunciaban la desintegración del grupo británico. Las disputas se habían ido de madre.
Todo había empezado en el momento en que la banda, después de un desgaste enorme por los fallos técnicos en los directos y por la insatisfacción artística que experimentaban concierto tras concierto, decidió que dejaría las giras de lado y se dedicaría a la creación de nuevos álbumes. McCartney no parecía estar muy de acuerdo con la decisión, ya que se mantenía firme en la idea de que los cimientos de un grupo son las giras y la conexión con los fans.
Se dice que durante la composición de Sgt. Peppers, el que muchos consideran el mejor álbum de la banda, las tensiones florecían incansablemente. Luego llegó The white álbum y Abbey Road, y luego… el drama. El grupo más famoso que Jesucristo se iba a pique. El mundo entero se sumió en tal llanto que sería capaz de dejar sin existencias a Kleenex. Y, como a muchos nos ha ocurrido con los tormentosos divorcios musicales, siempre había a quien le quedaban esperanzas y veía la posibilidad de un reencuentro en un futuro. Pero eso, como ya sabéis, nunca sucedió.
Así pues, en 1970 Paul McCartney anunciaba el fin de una década protagonizada por los Beatles. Dos años más tarde, McCartney estaría inmerso en una gira de conciertos improvisada que tendría lugar en diferentes universidades británicas (Wings University Tour), y poco después se haría con un double decker bus al que posteriormente le quitarían algunos asientos para substituirlos por colchones para acomodar a familia, hijos y miembros de la banda.
El grupo viajó durante julio y agosto de 1972, en el llamado Wings Over Europe Tour, en un autobús que se llenó de pintadas psicodélicas para difundir el mensaje que el grupo quería esparcir con esa gira: el amor por el mundo, por su gente y por la música. Y lo lograron. El Wings Bus, que se ahogaba si sobrepasaba los 60 km/h, consiguió acompañarlos en su viaje en el que visitaron 25 ciudades pasando por Francia, Alemania, Suiza, Dinamarca, Finlandia, Suecia, Noruega, Países Bajos y Bélgica.
Una década más tarde, después de ser repintado y de dar unos cuantos años de servicio, el desguace del autobús había sido programado, pero se salvó al ser comprado por Roger White, que le devolvió el aspecto que tenía en 1972. Luego vino otro cambio de look, y el Great British London-Cannes Film Rally, y el Southend Bus Rally, y otro cambio de look, y la Beatles Amsterdam Convention, y una subasta en 1993, y el rock café en Tenerife, y el jardín, y la maleza, y el polvo.
Finalmente, en 2017, el autobús sería rescatado del jardín y transportado de Aljeciras a Felixstowe. El armatoste había vuelto a casa, pero Justin James no tenía demasiado claro qué hacer con él. Su única voluntad había sido convertirse en el caballero andante que rescatara a la damisela de la paz y el amor del jardín de Tenerife. En algún momento se había planteado a la posibilidad de utilizar el autobús para organizar giras musicales de niños, pero la idea se quedó por el camino. Justin, en un acto de estoicidad aplaudible, acabó aceptando que él no sería la persona que devolvería el espíritu de 1972 al double decker bus y decidió dejarlo ir.
Finalmente acabó en manos de Tom Jennings, su actual dueño. Jennings, que en principio tenía en mente hacer la compra de una guitarra vintage, al toparse con el autobús, terminó comprando el armatoste. Posteriormente, fundó el 1972 Wings Tour Bus Supporters Club, con el que ha conseguido suficientes donaciones para iniciar la restauración del autobús en Birstol. Ante él se alzaba una dura batalla contra los años de desgaste y el oxido que se había ido comiendo los rinconcitos del autobús que había llevado a Paul, Linda, Denny Laine, Henry McCullough y Denny Seiwell.
Algunos museos, al enterarse de la próxima recuperación de aquél monstruo de metal, no tardaron en relamerse ante la posibilidad de contar semejante pieza en su colección, pero Jennings se negó a que el autobús permaneciera inmóvil en una sala de exposiciones y abandonar así su sueño: que el armatoste volviera a rodar por carretera, transportando el mensaje que se hizo pegadizo gracias a los Beatles: All you need is love.
Quizás no vuelva todo: el flirteo con las drogas, el arresto de Paul y Linda en Suecia, durante el Wings Over Europe Tour, por posesión de mariguana (que terminó como una anécdota que les costó a ambos una multa de 1200 dólares), los viajes a la India, las lágrimas por la ruptura del grupo considerado como el más mítico de la historia…
Pero, a lo mejor, el bus consigue que la carretera se vuelva a preñar de música, que el mundo se una ante los mismos acordes, que las disputas entre culturas se acallaren bajo el sonido estridente de los solos de guitarra concebidos entre los colchones roñosos de la panza de este autobús.
Tal vez ese sea al motivo por el que Jennigs haya decidido formar equipo con Truth and Reconciliation Platform (TaRP), para sanar heridas y lograr encajar las piezas de un mundo fracturado y dolido a través de la música subida a un autobús de 1953. Si las predicciones hechas por Jennings son buenas, el double decker bus no debería tardar demasiado en volver a la carretera y, tras contemplar todo su historial musical, sus años de sueño en un jardín, su salvación del desguace y todos los planes de futuro que tiene ante él, parece que al armatoste se le presenta una tarea titánica que va a tener que cargar encima de sus lentas ruedas.
Fotos: 1972wingstourbus
Otro vehículo camper mítico fue el Magic Bus, del libro (y posterior película) Into the Wild, que fue rescatado recientemente de su ubicación. Leelo aquí.