La tendencia de las food trucks ha tardado en llegar, pero está aquí para quedarse. O mejor dicho, para ir sobre ruedas. Muestra de ello es la cantidad de eventos con food trucks que existen en nuestro país. Lo que hace única a la street food es la calidad. Hacen auténticas virguerías gastronómicas en plena calle, preparadas con productos de primera y en un clima inmejorable. Tener un food truck también es ahora más fácil porque el sector se especializa y ya existen hasta seguros específicos para food trucks, como los que ofrece Campercover (que, por cierto, también está especializada en campers).
Tomando la calle
La popularidad de las food trucks crece con eventos como el Food Truck Market & Co. que se celebra el 13, 14 y 15 de abril de 2018 en Salt (Girona). Un lugar de encuentro entre emprendedores, especialistas y clientes con ofertas gastronómicas para chuparse los dedos.
Otras iniciativas como el Van-Van Market surgió de la inquietud de un grupo de amantes de la gastronomía tras detectar que en Barcelona no existía un mercado estable de street food.
“Por clima, por tradición gastronómica y por cultura de uso del espacio público, Barcelona ofrecía todos los ingredientes para ser una ciudad bandera del movimiento street food y en cambio no lo era. En un momento de crisis nos pareció que era una buena forma de ofrecer oportunidades a gente con ganas de reinventarse y a la vez de crear contenidos para dar nuevos usos a espacios públicos en desuso o poco utilizados”, asegura Xavi Boneta desde la organización de Van-Van Market.
Su filosofía pasa por reivindicar la calidad del street food y por eso seleccionan en cada edición a los proyectos con más calidad. También quieren hacer hincapié en “el valor festivo, cultural y popular que tiene el acto de comer en la calle, rodeado de más gente“.
Algo con lo que coinciden otras plataformas como Street Food Madrid, “la innovación va muy unida a la calidad gastronómica. La propia street food está dando pie a modelos de negocio innovadores, que permiten a jóvenes emprendedores iniciar un proyecto móvil a menor coste, y está innovando en las formas de entender la ciudad, configurando nuevas formas de convivencia urbana y de uso del espacio público.”
El Van-Van Market, 5 de cada 10 food trucks son furgonetas y el éxito está siendo rotundo, “el boca-oreja funciona muy bien y quien prueba, repite“, dice Boneta.
Buscando su espacio

Por ahora, las food trucks están bastante limitadas ya que la ley española prohibe estacionar y vender en cualquier punto de la geografía y el espacio se limita a ferias y eventos. Varias organizaciones en todo el territorio trabajan para regular el marco legal y que se armonicen los requisitos con respecto a los eventos de street food, “pero también queremos alcanzar cambios más profundos, como establecer una nueva categoría de kiosko provisional y que se desarrolle una normativa propia nueva para el sector del street food“, aseguran desde Street Food Madrid.
Esta asociación, además de dar soporte y asesoramiento, busca que este fenómeno de cocina callejera, social, fresca e informal esté comprometido con la innovación, la calidad y el consumo responsable ya que, por suerte, “la street food ha llegado acompañada de la apuesta por la utilización de productos locales de Km 0 que minimicen el impacto ambiental, y que pone en valor el producto producido localmente y con mimo.” Ejemplo de todo ello es el cocinero Estrella Michelin Koldo Royo, impulsor de este tipo de comida en la calle.
Chuck Wagon: Los precursores de las food trucks
Los pioneros fueron las Chuck Wagon, un tipo de vagón usado históricamente para transportar comida y cocinarla para los vaqueros o trabajadores del campo en las praderas de Canadá y Estados Unidos.
En 1866 un ranchero americano, Charles Goodnight, tuvo la genial idea de equipar un viejo carro de la armada americana con una cocina completa, un hornillo y un depósito de agua. Allí calentaba y servía maíz, bacon, cerdo y ternera, normalmente ahumados.
Pronto el comerciante visionario Walter Scott vio una oportunidad frente a la redacción del periódico Providence Rhode Island, donde vendía bocadillos, pasteles y café a los periodistas e impresores. El negocio tardó poco en expandirse por varias ciudades y el empresario empezó a cuidar los detalles incluyendo lavabos, neveras y estufas en estos establecimientos móviles.
Versiones más modernas fueron surgiendo con los comedores móviles del ejército de EE.UU. hasta convertirse en algo habitual en el entorno de las fábricas para ofrecer a los trabajadores un bocado rápido y low cost. Desde entonces, las food trucks han seguido teniendo éxito, no solo por ser asequibles, sino por ese toque nostálgico que les ha acompañado siempre y que hace que su popularidad siga creciendo.
El concepto es sencillo: un vehículo, comida y lo más importante: una buena idea. Pero detrás hay mucho más. Las food trucks, lejos de ser simples furgos de comida ambulante, se están convirtiendo en un movimiento que está sabiendo satisfacer el hambre de los que buscan atención, calidad y nuevos conceptos gastronómicos comprometidos con el entorno.
Y ¿por qué no? en el sueño dorado que desean arrancar cientos de emprendedores.
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